La sesión 46 del Consejo de Derechos Humanos de la ONU culminó aquí con la adopción de resoluciones, foro en el cual desde el Sur se alzaron voces para denunciar y repudiar las agresiones de siempre.
En el mismo escenario, el mundo fue testigo entre el 22 de febrero y el 24 de marzo de las mismas viejas prácticas de potencias occidentales de singularización e injerencia para utilizar los derechos humanos con fines políticos, justificar sanciones y despejar el terreno para imponer cambios de régimen.
Pese a los recurrentes llamados al diálogo y la cooperación durante los debates, la polarización volvió a estar presente en Ginebra, ratificada en momentos como el voto del proyecto de resolución del Movimiento de Países No Alineados (Mnoal) sobre el negativo impacto de las medidas coercitivas unilaterales en el disfrute de los derechos humanos.
Presentado por Azerbaiyán y copatrocinado por 122 naciones, el texto quedó aprobado el martes en el órgano de 47 Estados miembros con el apoyo de 30 de ellos, la abstención de dos y el rechazo de 15, estos últimos en su mayoría de la Unión Europea, más Japón, Sudcorea, Reino Unido, Ucrania y el Brasil de Jair Bolsonaro.
El sentido común y la solidaridad reclamada desde Naciones Unidas en tiempos de la Covid-19 parecían sugerir un respaldo más contundente al llamado a detener los bloqueos y las accione punitivas por sus consecuencias en el desarrollo socio-económico y por su desafío a principios como la igualdad soberana y la no injerencia, pero no resultó así.
Nuevamente el Consejo aprobó resoluciones contra Belarús, Irán, Nicaragua, República Popular Democrática de Corea y Siria, entre otros países, sin el beneplácito de los concernidos, mientras Venezuela, Rusia, Cuba, China y varios más fueron blanco de acusaciones durante discursos o declaraciones conjuntas.
La víspera, en la jornada final de la sesión 46, el embajador norcoreano, Han Tae-song, condenó las posturas de injerencia y desprecio por la soberanía, las que conducen a la politización y la confrontación.
Rechazamos las resoluciones portadoras de dobles raseros y selectividad, contrarias al diálogo y la cooperación, afirmó el diplomático en un evento de cinco semanas dominado por las videoconferencias, a partir de las restricciones derivadas de la pandemia.
Por su parte, el representante iraní Mehdi Ali Abadi criticó la pretensión de un grupo de naciones de imponer su supremacía.
También el embajador cubano en ONU-Ginebra, Juan Antonio Quintanilla, demandó dejar a un lado las agendas intervencionistas y defendió que cualquier acción esté guiada por el respeto al derecho de los pueblos a la paz y a la vida.
Varias fueron las iniciativas desde el Sur Global adoptadas en la sesión 46 del Consejo, con frecuencia ignoradas por potencias occidentales en un foro que marcó el regreso de Estados Unidos tras su salida por decisión del ahora expresidente Donald Trump.
Washington retornó y lo hizo sin desmarcarse de su tradicional agresividad, las amenazas y las acusaciones siguieron en su discurso, sin olvidar que la víspera defendió lo indefendible: el uso de medidas coercitivas unilaterales, al considerarlas un recurso frente a alegadas violaciones de los derechos humanos.
Respecto a las resoluciones propuestas por el Sur Global, destacaron las impulsadas por Cuba sobre el derecho a la alimentación y el impacto de la deuda externa en el disfrute de los derechos humanos, la introducida por China para promover la cooperación y la colocada en el foro por el Mnoal sobre el acceso universal y equitativo a las vacunas contra la Covid-19.
También resaltaron las presentadas por Pakistán a favor de los derechos humanos del ocupado pueblo de Palestina y la situación en el Golán sirio ocupado.
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Source: wanafrica.com
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